LA MUJER, LAS MUJERES Y LA BIOÉTICA: LAS CONDICIONES QUE POSIBILITAN UNA PERSPECTIVA GLOBAL

La bioética, en tanto que ética aplicada, es un diálogo inter, multi y transdisciplinar, por lo que entiende la así llamada ética feminista como una perspectiva filosófica que justifica los juicios morales desde el contexto de las relaciones humanas y los detalles personales. Sobre esta base, es factible, también, dar respuesta y buscar o generar soluciones a los problemas morales (Arellano y Farías 2017).

La finalidad de estas líneas no es la de suscitar la reflexión de las mujeres, sino que los varones recordemos que existimos en el mundo con las mujeres, en una dinámica de interrelación e interdependencia. Parafraseando a Navarro (2023), aseveramos que no es factible crear bioética sin tenerlas en cuenta a ellas, porque, desde el inicio de la humanidad, la existencia de las mujeres y de los varones ha estado entretejida y “no se entienden las unas sin los otros, es decir, con ellos, sin ellos, por ellos, frente a ellos o con la ignorancia de ellos”.

En modo feminista

La primera consideración que pretendemos compartir es que no somos feministas, porque en una sociedad patriarcal todos los varones somos machistas por definición. Es cierto que, en algunas ocasiones, nos han “tachado”, “acusado” y “tildado” de feministas, porque hemos “defendido” a las mujeres.  Sin embargo, un varón no puede ser feminista. Desde el punto de vista de la ontología y la fenomenología, que un varón fuera feminista implicaría que el feminismo ya hubiera transformado la sociedad completa, que existiera, permanentemente, la igualdad (Guerra 2001). Si esto fuera así, si hubiera igualdad, ya no sería necesario el feminismo. Quien no tiene una discapacidad, quien no forma parte de una minoría, puede, en ocasiones, acompañar, apoyar, proteger y respaldar a personas con discapacidad o miembros de una minoría, pero, existencialmente, no afronta los retos ni dificultades de ellas. No somos feministas, pero tratamos, constante y firmemente, aunque con fallas, de estar en modo feminista, i.e., tratamos de estar en contacto con el feminismo, tomamos consciencia del modelo social en que hemos sido educados; buscamos corregir modelos éticamente incorrectos de pensar, sentir y actuar sobre las mujeres; y tratamos de tener comportamientos eficaces de acción igualitaria. Este es el modo feminista. Aunque falta mucho más. Por cierto, no se puede obviar que son muchos los feminismos que, desde la década del 70, se han ido configurando a través de la asunción de aspectos diferentes.

Mujeres y no “la mujer”

Fenomenológicamente, no existe una categoría de “mujer”, que, probablemente, es solo una construcción teórica que se aplica a todo lo que no es varón (Feito 2010, 16). La utilización del término mujeres nos conecta con lo real y existencial, i.e., con seres humanos, con personas reales, históricas, individualizadas y específicas.  Hablar de “las mujeres” es hablar de un conjunto particular y específico de personas, que incluye, sin embargo, las diferencias de cada individuo: en bioética, hablamos no de la mujer, sino de las mujeres, esas personas de carne y hueso, que experimentan gozos y esperanzas, sufrimientos y muerte; personas ríen y aman, que sueñan y proyectas; hablamos de las mujeres que dan a luz, que lloran y luchan, que buscan hijos desaparecidos y que viven, frecuentemente, sin ser vistas ni escuchadas.

La perspectiva feminista

Hemos afirmado que existe una ética femenina, aun cuando hayan criticado este planteamiento preguntando si, entonces, por ejemplo, existe una ética masculina. Quizá, la ética femenina tiene cualidades empáticas y emana de un sentido de responsabilidad hacia los otros; en los varones, por el contrario, privan los derechos, que hablan de universalización, de reivindicaciones y emancipaciones morales que buscan el acceso a un valor merecido, a la abolición de una presunta injusticia y dan origen a una ética de la justicia y de los derechos. En cambio, la ética femenina pone, cuidadosamente, el acento en las circunstancias específicas de cada caso, en los actores concretos, en los implicados y el ámbito de contingencia histórica y social según su propio contexto. Así, desde esta perspectiva, la justificación de juicios morales considera las facetas únicas y particulares de los actores de las decisiones morales; así, se toman decisiones teniendo en mente el cuidado que se les debe a los individuos involucrados.

En otras palabras, la perspectiva feminista trata de construir relaciones personales y sociales sobre los fundamentos actuales, en vez de reconstruir la sociedad según algunas reglas universales, o algún ideal abstracto. Por eso, las obligaciones de las relaciones establecidas por los sujetos en cuestión podrían ser más importantes que los principios de la justicia o la igualdad. Con ello, la ética femenina asevera que no es posible determinar ni lo bueno ni lo apropiado por medio de las reglas abstractas, del diálogo un comunicativo con reglas a priori, de los modelos ideales, o del cálculo de las consecuencias.

La ética feminista, especialmente la así llamada ética del cuidado ayudaría a superar la justificación de la toma decisiones basada solamente en el principialismo, que considera a la persona como un ente abstracto y universal, para apoyarse en los datos y las situaciones concretas, tal como hace, por ejemplo, la casuística, en la que la phrónesis, la prudencia o sabiduría práctica es fundamental (Arellano y Farías (2016).

La empatía por el débil, por el frágil, por quien atraviesa situaciones de vulnerabilidad, no significa, únicamente, empatía con minorías étnicas o culturas minoritarias; es, ante todo una especie de auto-empatía, porque es tomar conciencia de que, mientras habitamos este mundo y lo experimentamos en este cuerpo, existimos como seres frágiles y vulnerables. Aunque no es exclusivo de las mujeres, ellas han desarrollado una mayor capacidad de ir al encuentro del más débil y frágil; saben ofrecer el gesto y la palabra oportunos frente a quien se siente solo y desamparado; saber mostrarse disponibles ante quien se siente explotado y deprimido.

Bioética y mujeres

“Del mismo modo que en otros ámbitos, también en bioética la voz de las mujeres es marginal” (Feito 2010, 40). Lo que hemos apuntado supra nos permite aseverar que la presencia de las mujeres en la bioética es un factor que no solamente aporta nuevos planteamientos a este espacio de la ética aplicada, sino que la potencia para que sea una instancia sistemáticamente crítica de los problemas surgidos entre las intervenciones biotecnológicas en la vida y los valores morales. El modo como puede integrarse tal perspectiva es a través de una metodología de “diálogo práctico feminista” (Jaggar 2014), en el que no se parte de los principios morales, sino de las experiencias morales, que permiten constatar la opresión de género como algo sistemático y estructural. Para que tal diálogo contenga las notas necesarias de rigurosidad y verdad, las mujeres han de practicar colectivamente algunas virtudes éticas, tales como la disciplina, la confianza, el esfuerzo, el respeto, la responsabilidad, sin olvidar que una característica fundamental del diálogo feminista es la nutrición, porque lo nutricional radica en el hecho de que es más importante  escuchar que hablar; se busca crear consenso al través de la escucha atenta, aunque no se dejan a un lado a las mujeres que no garanticen tal consenso, y se incluyen las diferencias culturales de las agentes del diálogo.

La perspectiva feminista, de esta manera, aporta a la bioética las siguientes consideraciones innovadoras a conceptos ya establecidos:

  • Una autonomía relacional: se trata de tener en cuenta a cada persona autónoma no como un ser individual y aislado del mundo, sino la interrelación e interdependencia con los demás;
  • una epistemología posicional: se trata de aseverar que la verdad y el conocimiento son situacionales y parciales, lo que permite desterrar el dogmatismo en cuanto que no existen verdades absolutas o universales, y descontextualizadas,
  • una ética del diálogo plural, con énfasis especial en la responsabilidad: es urgente y necesario considerar las experiencias concretas contextualizadas para justificar juicios morales, cuyo método se basa en la escucha comprensiva: esto permite cimentar una ética de la felicidad y una ética de la justicia.

Conclusiones

Si bien es cierto que se ha avanzado en la implementación de las perspectivas de la ética feminista en la bioética, todavía falta mucho por hacer. Las cuestiones reivindicativas serán urgentes hasta que se establezca y se mantenga una sólida igualdad entre varones y mujeres. Por eso, hay que trabajar en:

  • Denunciar cualquier tipo de la situación de opresión de las mujeres. Es algo necesario, útil e irrenunciable.
  • El simple hecho de que haya derechos formales no garantiza su ejecución ni la igualdad en el acceso.
  • La bioética actual necesita, urgentemente, adoptar la perspectiva cultural y la perspectiva de género, si quiere escapar del dogmatismo y la arrogancia del primer mundo.
  • Una bioética con perspectiva feminista enlaza con otras perspectivas éticas “que sospechan del interlocutor imparcial, neutro y ajeno a los contextos, a favor de modelos más deliberativos, narrativos, atentos a las circunstancias y los elementos que definen las personas y los grupos” (Feito 2010, 59).
  • Es evidente que muchos de los problemas abordados por la bioética adquieren una perspectiva más adecuada vistos desde el enfoque feminista.

Durante este mes de marzo, especialmente, pero durante toda la vida, en general, hemos de resaltar que la ética femenina, al igual que otras propuestas actuales, son una reivindicación de lo plural, de lo concreto y específico, lo cual abona a una bioética más amplia, más cosmopolita y capaz de solucionar problemas reales.


Por: Eduardo Farías Trujillo
Licenciado en Filosofía por la Universidad Vasco de Quiroga; maestro en Teología y Ciencias Patrísticas por la Universidad Lateranense de Roma, maestro en Ética y Bioética Aplicada por la Universidad Autónoma de Querétaro, y maestro en Bioética por la Universidad de Clarkson de Nueva York. Actualmente, es candidato a doctor en Bioética en la UNAM.


Referencias

Arellano Rodríguez J. S. y Farías Trujillo, E. (2016) De la herencia de la filosofía aristotélica a la casuística contemporánea, en  DILEMATA, año 8, núm. 20 (pp. 61-79). https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5329389.pdf

Arellano R. J. S. y Farías T. E. (2017). Ética femenina, en Espinosa B. M. y Landa F. C del S. (Coord.), Pensar la tradición y la modernidad. Debates interdisciplinarios (p. 427). Universidad Autónoma de Querétaro, Ed. Universitaria, Col. Academia, Serie Nodos.

Feito, L. (2010). Aspectos filosóficos de la relación entre las mujeres y la bioética: hacia una perspectiva global, en de la Torre Díaz, J. (ed.) Mujer, mujeres y bioética (pp. 19-59). Comillas.

Guerra, M. J. (2001). Teoría feminista contemporánea. Una aproximación desde la ética, Ed. Complutense.

Jaggar, A. (2014). Ética feminista, en Debate Feminista. 49(2): 8-44. https://www.filosoficas.unam.mx/~gmom/etica2/Jaggar-Eticafeminista.pdf

Navarro, J. (2023). Una historia compartida, Plaza Janés.


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